1. Analiza las siguientes estrofas: número de sílabas, tipo de rima, señala las sinalefas, pon las letras para indicar la rima, indica si los versos son de arte mayor o menor, por último, indica qué tipo de estrofa es cada una. Entre paréntesis te pongo el autor de los versos.
Aquel árbol de bel mirar
faze de maniera flores quiere dar
(Diego Hurtado de Mendoza)
Como dice Aristóteles, cosa es verdadera,
el mundo por dos cosas trabaja: la primera,
por aver mantenencia; la otra cosa era
por aver juntamiento con fenbra placentera.
(Arcipreste de Hita)
Traten otros del gobierno
del mundo y sus monarquías
mientras gobiernan mis días
mantequillas y pan tierno.
(Luis de Góngora)
Esta emoción divina que es la infancia,
cuando felices el camino andamos
y todo se disuelve en la fragancia
de un Domingo de Ramos.
(Ramón María del Valle-Inclán)
Este gran don Ramón de las barbas de chivo,
cuya sonrisa es la flor de su figura,
parece un viejo dios altanero y esquivo
que se animase en la frialdad de su escultura.
(Rubén Darío)
Hombres necios, que acusáis
a la mujer sin razón
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis
(Sor Juana Inés de la Cruz)
Carne de yugo, ha nacido
más humillado que bello,
con el cuello perseguido
por el yugo para el cuello.
(Miguel Hernández)
Por una mirada, un mundo
por una sonrisa, un cielo;
por un beso... ¡yo no sé
que te diera por un beso!
(Gustavo Adolfo Bécquer)
Mester trago fermoso, non es de joglaría;
mester es sin pecado ca es de clerezía;
fablar curso rimado por la cuaderna via
a síllavas cuntadas, ca es grant maestría.
(Libro de Alexandre)
La princesa está triste... ¿qué tendrá la princesa?
Los suspiros se escapan de su boca de fresa,
que ha perdido la risa, ha perdido el color.
La princesa está pálida en su silla de oro,
está mudo el teclado de su clave sonoro;
y en el vaso olvidada se desmaya una flor.
(Rubén Darío)
Este mundo es el camino
para el otro que es morada
sin pesar;
mas cumple tener buen tino
para andar esta jornada
sin errar.
(Jorge Manrique)
Cerca del Tajo, en soledad amena,
de verdes sauces hay una espesura,
toda de hiedra revestida y llena,
que por el tronco va hasta el altura,
y allí la teje arriba y encadena,
que el sol no halla paso a la verdura;
el agua baña el prado con sonido,
alegrando la hierba y el oído.
(Garcilaso de la Vega)
Cuentan de un sabio que un día
tan pobre y mísero estaba,
que sólo se sustentaba
de unas yerbas que comía.
¿Habrá otro –entre sí decía–
más pobre y triste que yo?
Y cuando el rostro volvió
halló la respuesta, viendo
que iba otro sabio cogiendo
las hojas que él arrojó.
(Calderón de la Barca)
Era del año la estación florida
en que el mentido robador de Europa
–media luna las armas de su frente,
y el Sol todos los rayos de su pelo–,
luciente honor del cielo,
en campos de zafiro pace estrellas;
cuando el que ministrar podía la copa
a Júpiter mejor que el garzón de Ida
–náufrago y desdeñado, sobre ausente–,
lagrimosas de amor dulces querellas
da al mar; que condolido,
fue a las ondas, fue al viento
el mísero gemido,
segundo de Arión dulce instrumento.
(Luis de Góngora)
Escrito está en mi alma vuestro gesto,
y cuanto yo escribir de vos deseo:
vos sola lo escribiste; yo lo leo,
tan solo que aun de vos me guardo en esto.
En esto estoy y estaré siempre puesto,
que aunque no cabe en mí lo que en vos veo,
de tanto bien lo que no entiendo creo,
tomando ya la fe por presupuesto.
Yo no nací sino para quereros;
mi alma os ha cortado a su medida;
por hábito del alma misma os quiero;
cuanto tengo confieso yo deberos;
por vos nací, por vos tengo la vida,
por vos he de morir, y por vos muero.
(Garcilaso de la Vega)
Mira Zaide, que te aviso,
que no pases por mi calle
ni hables con mis mujeres,
ni con mis cautivos trates,
ni preguntes en qué entiendo
ni quién viene a visitarme,
qué fiestas me dan contento
o qué colores me aplacen;
basta que son por tu causa
las que en el rostro me salen,
corrida de haber mirado
moro que tan poco sabe.
(Lope de Vega)
Vivo sin vivir en mí,
y tan alta vida espero,
que muero porque no muero.
Vivo ya fuera de mí,
después que muero de amor,
porque vivo en el Señor,
que me quiso para sí;
cuando el corazón le di
puso en mí este letrero:
"Que muero porque no muero".
(Santa Teresa de Jesús)