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domingo, 9 de febrero de 2014

LA NARRATIVA HASTA EL 39

LA NOVELA ANTERIOR AL 39


1. INTRODUCCIÓN:
           
            La primera mitad del siglo XX es muy rica desde el punto de vista literario. La calidad es el denominador común de todos los géneros, aunque, si hay uno que destaca por encima de los demás, ése es indudablemente la novela. Los autores de la Generación del 98 utilizan este género como vehículo fundamental de expresión y lo convierten en el género por excelencia de la literatura del siglo XX. Posteriormente, los autores pertenecientes al Novecentismo o Generación del 14 lo cultivan con profusión, junto con el ensayo, y en ambos se proponen buscar nuevas vías narrativas.

 

2. LA NOVELA DE LA GENERACIÓN DEL 98


            En 1902 publican en España autores significativos como Azorín, Unamuno, Baroja y Valle-Inclán, los cuales inician un camino marcado por los siguientes rasgos:

1.- Denuncia de los males de España: el caciquismo, el hambre y la ignorancia…
2.- Pesimismo ante la situación histórica (el desastre colonial de 1898) y ante el desmoronamiento de los valores sociales y espirituales.
3.- Influencia de la filosofía: los planteamientos existencialistas de Kierkegaard y Schopenhauer (el escepticismo, la vida como algo absurdo y carente de sentido)
4.- El dolor de España y Castilla como profundo símbolo de patriotismo casticista.
5.- Renovación estética o del estilo mediante:

             A) El subjetivismo o antirrealismo: no se persigue, como en la estética realista, la reproducción exacta de la realidad, sino la expresión de la realidad interior.
          B) Concepción totalizadora: la novela es un género multiforme, en el que tienen cabida también la reflexión filosófica, el ensayo, el lirismo... (Azorín habla de ‘novela permeable’).

        Los temas que prefieren son España, las causas de la decadencia, la historia, los pueblos, las gentes... además de la reflexión sobre el hombre y su destino. Estos autores no se preocupan por la Historia de los grandes personajes, sino por lo que Unamuno denominó la intrahistoria, es decir, “la vida callada de miles de hombres sin historia”. Otro elemento fundamental en las novelas de la Generación del 98 es la descripción del paisaje como reflejo de un estado de ánimo determinado.

            En cuanto a la forma, estos autores se basan en la simplicidad y la claridad. Huyen de la retórica vacía y de los largos periodos oracionales. Lo más importante es el argumento, el fondo, y la forma no debe ser un obstáculo para la comprensión del mensaje implícito en la novela.


UNAMUNO (1864/1936)

           
            Unamuno acuñó el término "nivolas"; Unamuno se sirvió de la novela para dejar testimonio de su intimidad agónica, para la reflexión sobre sus ideas obsesivas sobre la religión, la vida, la muerte y la propia conciencia. Para ello interviene en el relato, dialoga con sus personajes, los convierte en símbolos, interpela al lector...

Novelas más importantes: En 1914 publica Unamuno la que, sin duda, es su mejor novela: Niebla. Lo que más sorprende al lector de esta obra es la utilización del conocido juego vida-literatura: Augusto Pérez, el protagonista de la novela, se enfrenta con su creador en un ambiente de confusión entre lo que es verdad y lo que es ficción.

            Unamuno también se sintió atraído por el tema de la lucha entre hermanos, por la historia bíblica de Caín y Abel. Este motivo fratricida sirve de base a su novela Abel Sánchez (1917)

            Tras La tía Tula (1921), Unamuno publica San Manuel Bueno, mártir (1930). En esta obra aparecen todos los motivos que, recurrente e insistentemente, habían ido apareciendo en sus novelas anteriores: la lucha agónica del individuo en este mundo, el creer y el aparentar creer, la soledad, los problemas de la fe, la vida como sueño... Cuenta la historia de un cura de pueblo que ha perdido la fe, pero que aparenta tenrla para que sus feligreses mantengan intactas sus creencias religiosas.

 

VALLE INCLÁN (1866/1936)


Dos estilos definen la obra de Valle: modernismo y esperpento.

Los años iniciales están marcados por la tendencia modernista y representados por las cuatro "Sonatas", subtituladas “Memorias del Marqués de Bradomín”: Sonata de otoño (1902), Sonata de Estío (1905), Sonata de Primavera (1904) y Sonata de invierno(1905); supuestas memorias del Marqués de Bradomín, una especie de donjuán, "feo, católico y sentimental". De esta primera época también es la trilogía de “La guerra carlista” (1908/1909), que narran episodios de la última guerra carlista de España.
Entre las obras marcadas por el esperpento destaca la que sin duda, es una de las mejores novelas de la primera mitad del siglo XX, "Tirano Banderas" (1926). Por último las tres novelas del "Ruedo ibérico" (1927-1932) reflejan la historia y vida de nuestro país desde el reinado de Isabel II hasta el desastre del 98.

 

AZORÍN.-(1873-1967)

           
            En las novelas de Azorín (José Martínez Ruiz) la narración se fragmenta en instantáneas que congelan el tiempo y captan la impresión del instante. Ejemplo de novela impresionista son La voluntad, Antonio Azorín, Confesiones de un pequeño filósofo. Más tarde escribe Don Juan (1922) y Doña Inés (1925), en las que se describe minuciosamente el ambiente y la sensibilidad de los personajes.

 

PÍO BAROJA (1872/1956)


Sus novelas se caracterizan por los siguientes rasgos:

1.- Novelas centradas en un personaje -activo y dominador o pasivo y sin voluntad
2- Acción y diálogos abundantes
3- Marcada presencia del narrador a través de comentarios y reflexiones
4-Descripciones impresionistas a base de pinceladas o unos pocos detalles físicos y psicológicos
5- Cierto desaliño expresivo (exagerado por los críticos).

Su producción narrativa: se suele  organizar en grupos de tres novelas (trilogías) que siguen un tema común. En estos relatos el autor parte de una observación de la realidad en muy variadas manifestaciones:

Primera etapa (1900-1912) Trilogías:1.- La lucha por la vida (La buscaMala Hierba, Aurora roja); 2.- La tierra vasca (La casa de Aizgorri, El mayorazgo de Labraz, Zalacaín el aventurero). 3.- La raza: (La dama errante, La ciudad de la niebla, El árbol de la ciencia); 4.- El mar: (Las inquietudes de Shanti Andía, El laberinto de las sirenas,  Los pilotos de altura)

Segunda etapa (1913-1936): (Memorias de un hombre de acción) serie de novelas sobre un personaje llamado Avinareta .

Tercera etapa (1939-1956): Desde la última vuelta del camino (memorias).

3. NOVELA NOVECENTISTA (GENERACIÓN DEL 14)


            Como puente entre la Generación del 98 y la Generación del 27, encontramos a un grupo de escritores que se dan a conocer entre 1910 y 1914 y que reciben la denominación de novecentistas. Se trata de filósofos, historiadores y escritores: José Ortega y Gasset, Eugenio D’Ors, Salvador de Madariaga, Américo Castro, Gregorio Marañón, Gabriel Miró, Ramón Pérez de Ayala, Ramón Gómez de la Serna y Juan Ramón Jiménez.

            Las características comunes que presenta este grupo tan heterogéneo son las siguientes:

- Se vuelven a plantear el problema de España, al igual que los autores del 98, aunque le dan un tratamiento más intelectual y preciso.
- Desean que España se mire en el espejo de Europa para modernizarse. Para ello, estos intelectuales viajan frecuentemente y tratan de incorporar o divulgar los avances científicos o filosóficos que se producen.
- Todos son universitarios con vocación política. Se acercan al poder para intentar impulsar un cambio real y efectivo en España. Algunos de ellos impulsaron el advenimiento de la II República: Ortega y Gasset, Marañón, Manuel Azaña o Salvador de Madariaga.
- Comparten un estilo brillante y perfeccionista. Buscan la rigurosidad y la obra bien hecha.
- Desvinculan el arte de la vida, y lo convierten en arte deshumanizado (denominación de Ortega y Gasset). Desarrollan una prosa de gran perfección formal.

            En este apartado desarrollaremos sólo a aquellos autores novecentistas que destacan por su producción novelesca. Los demás son fundamentalmente ensayistas.

Gabriel Miró (Alicante, 1879 – Madrid, 1930)
           
            Su prosa destaca principalmente por la utilización de la descripción. Esta técnica enlaza con la actitud contemplativa del autor, que muestra una gran maestría en la narración de los valores sensoriales del paisaje. Describe el color y la luz de un lugar concreto, y también el olor e incluso el sabor de los alimentos, con lo que el lector se siente transportado a un mundo pleno de sensaciones. Además de la descripción, el lirismo y una tristeza vaga son otros dos elementos que deben ser tenidos en cuenta en su obra. A través del paisaje, Miró expresa sus sentimientos y expone sus preocupaciones íntimas. El paisaje, especialmente el alicantino, se convierte así en un vehículo privilegiado de expresión.

            Las novelas más conocidas de Gabriel Miró son Las cerezas del cementerio (1910), Nuestro Padre San Daniel (1921) y su continuación El obispo leproso (1926). El resto de su obra está formada por obras que prácticamente carecen de argumento y se convierten en cuadros descriptivos y evocaciones del paisaje y de las personas: El libro de Sigüenza (1917), Figuras de la Pasión del Señor (1917), El humo dormido (1919) y Años y leguas (1928).

Ramón Pérez de Ayala (Oviedo, 1880 – Madrid, 1962)

            Este autor mezcla magistralmente en sus novelas los elementos locales de su Asturias natal con lo extranjero. Residió varios años en Inglaterra como Embajador de España, lo cual le proporcionó un conocimiento directo de la civilización europea, de ahí su intento por adaptar estas innovaciones a la cultura española. Se trata de un novelista intelectual, erudito, meticuloso en lo que a la forma se refiere, clásico y elegante, con ingredientes de ironía y humor. Los personajes encarnan los conceptos e ideas del autor, por lo que es frecuente que el desarrollo del argumento se detenga para dar paso a reflexiones sobre el arte y las situaciones. Ramón Pérez de Ayala es un narrador tolerante, que justifica en sus novelas cualquier actitud siempre que esté de acuerdo con la naturaleza del que la adopta. Además, muestra un gran interés por el análisis psicológico de los personajes, a los que disecciona espiritualmente frente al lector.

            Entre las novelas de la primera época destaca Troteras y danzaderas (1913), situada en el Madrid bohemio de principios de siglo. Son relatos costumbristas y satíricos, con un toque común de pesimismo muy cercano a las preocupaciones de los autores del 98. Otros títulos son Tinieblas en las cumbres (1907), A. M. D. G. (1910) y La pata de la raposa (1912).

            Las novelas de la segunda época son más simbólicas y abstractas. La ideología pasa al primer plano, así como la reflexión por parte del autor: Belarmino y Apolonio (1921), Los trabajos de Urbano y Simona (1923), Tigre Juan (1926) y El curandero de su honra (1928).

Ramón Gómez de la Serna (1891 – 1963)

            Autor inclasificable, cultivó todos los géneros, además de inventar uno: la greguería (definida por él mismo como ‘metáfora + humor’), y sirve como puente entre el Novecentismo y los movimientos de vanguardia. Siempre intentó renovar y ser original estéticamente, así como contemplar las cosas desde los ángulos más insólitos. En su intento por desmoronar el relato clásico, introduce en sus novelas imágenes, metáforas y continuos juegos de palabras.

            Su producción novelística es muy extensa y de temática variadísima: El torero Caracho (1926), Seis falsas novelas (1927) o El caballero del hongo gris (1928). Los llamados dramas fantásticos son una mezcla de novela y obra de teatro: El drama del palacio deshabitado (1909), La utopía (1909) o El lunático (1912). Escribe biografías como Goya (1928) o Azorín (1930), además de su autobiografía, titulada Automoribundia (1948).

4. La novela deshumanizada
           
            A raíz de la labor realizada por los autores novecentistas, especialmente Ortega y Gasset y su Revista de Occidente, surge un grupo de autores preocupados más por el arte que por los problemas humanos. Ortega consideraba que, ya que la novela estaba agotada como género, había que insistir en otros aspectos. Además de la Revista de Occidente, las colecciones “Nova Novorum”, perteneciente a la misma Revista de Occidente, y “Valores actuales”, de la editorial Ulises, sirvieron como rampa de lanzamiento para los siguientes autores: Valentín Andrés Álvarez, Francisco Ayala, Benjamín Jarnés, Antonio Obregón, Esteban Salazar y Pedro Salinas.

5. La novela social

            Frente a la novela deshumanizada, surge a partir de los años 30 un movimiento que reclama la rehumanización del arte, la vuelta a las preocupaciones humanas. La novela El nuevo romanticismo (1930) de José Díaz Fernández será el detonante de esta nueva literatura. Hechos históricos contemporáneos a estos autores, tales como la Revolución Soviética, la I Guerra Mundial o la guerra de Marruecos, motivaron que estos escritores tomaran conciencia de la realidad y sintieran la necesidad de denunciar aquellos aspectos más rechazables de la sociedad. Los temas giran en torno a la guerra de Marruecos y la situación de los obreros y campesinos, con lo que a veces estas novelas se convierten en reportajes sociales.

José Díaz Fernández (1898-1940)

            Publica El blocao en 1928, que se convierte en una de las primeras obras de este género. La publicación corre a cargo de la editorial Historia Nueva, que contribuye a la consolidación del género con la colección “La Novela Social”.

Ramón J. Sender (1902-1982)

            Es el principal autor de esta corriente. Con Imán (1930) apuntala el género que estaba naciendo. Tiene una gran cantidad de títulos, entre los que destacan especialmente Mr. Witt en el Cantón, que fue Premio Nacional de Literatura en 1935, Crónica del alba (1942) y Réquiem por un campesino español (1960). La preocupación por la denuncia social y el intento por mostrar la realidad tal y como es son dos elementos comunes a la mayoría de las novelas de este autor.

6. La novela realista decimonónica:

            La importancia que la novela realista adquirió en la segunda mitad del siglo XIX pervivió en la obra de algunos autores empeñados en prolongarla: Ricardo León y Concha Espina.

Ricardo León (1877-1943)

            Estableció un puente directo entre el Realismo de Galdós o Clarín y la novela de la primera mitad del XX. En 1908 publicó su novela más exitosa, Casta de hidalgos, con la que se convirtió en uno de los autores de mayor audiencia. Los títulos que le siguieron no alcanzaron tanta popularidad: Comedia sentimental (1909) y Los centauros (1912).

Concha Espina (1877-1955)

            Destaca por desarrollar una prosa tenuemente lírica, así como por sus valores estilísticos. Entre sus páginas podemos encontrar los primeros atisbos de denuncia social, aunque muy matizada por el tono de redención cristiana que utiliza la autora, un elemento común a todas sus novelas, que las convierte más en una demostración de piedad que de verdadera denuncia. En La esfinge maragata (1914) Concha Espina critica la situación discriminatoria de la mujer en León. Su mejor novela es El metal de los muertos (1920), en la que el centro temático es el conflicto laboral planteado por un grupo de mineros.

7. La novela humorística:

Wenceslao Fernández Florez (1884-1964)

            Es uno de los pocos autores españoles dedicados casi en exclusividad a la novela de humor, aunque ese tono humorístico irá agriándose poco a poco a causa del escepticismo. Dedicó la mayor parte de su vida al periodismo, en concreto al artículo diario, lo cual le quitó el tiempo y la dedicación necesarios para la novela. De todos modos, en los últimos tiempos su obra está siendo más valorada y reconocida, con lo que puede ser considerado un autor importante de nuestra literatura. Sus primeras obras son fundamentalmente naturalistas e introducen elementos regionales gallegos, con toques eróticos y costumbristas: La procesión de los días (1914), Volvoreta (1917) y Ha entrado un ladrón (1920). Poco a poco su humor se va convirtiendo en más intelectual y crítico, con lo que las novelas de la segunda etapa se desarrollan en lugares imaginarios. Critica los prejuicios sexuales, el apego irracional a la tierra y el falso heroísmo, todo lo cual le lleva al escepticismo: El secreto de Barba Azul (1923) es una de sus mejores novelas. En ella llega a conclusiones tan negativas como que la única solución para la humanidad sería el “suicidio colectivo universal”. A esta época corresponden títulos como Relato inmoral (1928) y El malvado Carabel (1930). A su última etapa corresponde el título más conocido de cuantos escribió Fernández Flórez: El bosque animado (1944). Situada en el bosque de San Salvador de Cecebre, cerca de La Coruña, se trata de una novela de difícil clasificación, impregnada toda ella por un rico simbolismo gallego.


martes, 24 de enero de 2012

GENERACIÓN DEL 27

GERNARACIÓN DEL 27
1. AUTORES:
Jorge Guillén, Pedro Salinas, Rafael Alberti, Federico García Lorca, Dámaso Alonso, Gerardo Diego, Luis Cernuda, Vicente Aleixandre, Manuel Altolaguirre y Emilio Prados, si bien hubo también muchos otros escritores, novelistas, ensayistas y dramaturgos que pertenecen a ella, desde Max Aub a otros más viejos, como Fernando Villalón, José Moreno Villa o León Felipe, y otros más jóvenes, como Miguel Hernández.

2. CARACTERÍSTICAS EN COMÚN QUE LOS HACEN PERTENECER A UNA MISMA GENERACIÓN:
1.    Nacen entre el 1891 (Salinas) y 1905 (Altolaguirre).

2.    Proceden de la alta burguesía.

3.    FORMACIÓN: La mayoría se encontraron en la conocida Residencia de Estudiantes de Madrid. Esta residencia era una institución cultural en la que los jóvenes autores artísticos se encontraban bajo la supervisión de los intelectuales más importantes del momento, entre ellos destaca Ramón Menéndez Pidal, Américo Castro, Juan Ramón Jiménez o José Ortega y Gasset. En la Residencia coinciden también artistas como Salvador Dalí o Luis Buñuel, de ahí sus posteriores colaboraciones en proyectos cinematográficos, pictóricos o poéticos.

4.    ACONTECIMIENTO GENERACIONAL: El homenaje a Góngora en la celebración del tricentenario de la muerte del poeta oponiéndose de este modo a los que no reconocían el talento de este autor.

5.    Por último, estos autores colaboran en las mismas revistas literarias: Mediodía, Litoral, Papel de Aleluyas, Carmen, Verso y Prosa, La Gaceta Literaria, Gallo, Manantial y Meseta.

3. AFINIDADES ESTÉTICAS:

·         Se caracterizan por la búsqueda del equilibrio y la armonía entre los sentimientos y la razón. Estos poetas humanizan la poesía pero sin desatender a las cuestiones del intelecto.

·         La poesía es concebida como producto del trabajo y del ingenio.

·         Pretenden que su arte sea válido para todo el público: minorías y mayorías. Para ello unen lo culto, lo vanguardista (surrealismo) y lo popular (empleo del romance). Alternan el hermetismo y la claridad, así como lo español y lo universal.

·         Recogen los rasgos que más les interesan de las generaciones y movimientos anteriores.

o   Del surrealismo encontraremos rasgos en Lorca, Alberti, Aleixandre, Cernuda; del creacionismo en Gerardo Diego.
o   Admiran a los autores modernistas y 98 como Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez, Unamuno, Rubén Darío.
o   También se interesan por el simbolismo de Bécquer.

Ejemplo de ello, Donde habite el olvido de Cernuda:

Donde habite el olvido
Donde habite el olvido,
En los vastos jardines sin aurora;
Donde yo sólo sea
Memoria de una piedra sepultada entre ortigas
Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios.
Donde mi nombre deje
Al cuerpo que designa en brazos de los siglos,
Donde el deseo no exista.
En esa gran región donde el amor, ángel terrible,
No esconda como acero
En mi pecho su ala,
Sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento.
Allí donde termine este afán que exige un dueño a imagen suya,
Sometiendo a otra vida su vida,
Sin más horizonte que otros ojos frente a frente.
Donde penas y dichas no sean más que nombres,
Cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo;
Donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo,
Disuelto en niebla, ausencia,
Ausencia leve como carne de niño.
Allá, allá lejos;
Donde habite el olvido.

o   Sienten verdadera devoción por los clásicos: Manrique, Garcilaso, San Juan de la Cruz, Lope de Vega…

4. ETAPAS EN SU EVOLUCIÓN
Tres grandes etapas:
  • Hasta 1927:  Se dejan llevar o guiar por las corrientes deshumanizadas de las vanguardias, el modernismo.
  • Entre 1927 y la Guerra Civil: se cansan de ese formalismo deshumanizado de la etapa anterior. Se comienza un proceso de rehumanización y se escriben las primeras obras surrealistas. Además se cultivan temas más humanos: el amor, frustraciones, inquietudes… Algunos, incluso, se van a interesar por cuestiones políticas y sociales.
Por esta época se crea la revista Caballo verde para la poesía, de Pablo Neruda (1935) en la que se publica “Manifiesto por una poesía sin pureza”
  • Después de la guerra: el grupo se deshace.
    • Lorca es fusilado en el 36.
    • Otros poetas se exilian como Cernuda,  Alberti, Salinas o Guillén. En su obra aparecerá el tema de la patria perdida.
    • En España se quedan Gerardo Diego, Dámaso Alonso y Vicente Aleixandre. Escriben una poesía angustiada y existencial.
5. AUTORES

Pedro Salinas (1891-1951): Su vida estuvo marcada por tormentas sentimentales, las cuales tuvieron expresión en algunas de sus obras como La voz a ti debida, Razón de amor y Largo lamento.

La mayor parte de su poesía tiene como tema principal el amor. En la poesía de Salinas se nota una sensibilidad especial, así como una sinceridad cierta y no fingida. Sus poemas suelen ser cortos y prescinden frecuentemente de la rima. Consigue el ritmo mediante la repetición de palabras o estructuras sintácticas.

Jorge Guillén (1893-1984):
La poesía de Guillén puede ser definida como pura o intelectual, ya que desaparecen en ella los elementos decorativos que había aportado el Modernismo, para quedar solo como una pura emoción lírica. Va a lo esencial, eliminando todo lo anecdótico, aunque no el sentimiento. Asocia la perfección a la existencia y canta en sus poemas a realidades tangibles y cotidianas, como, por ejemplo, a la hora del mediodía. Muchos de sus poemas son una exclamación gozosa y plena, un canto a la existencia y al presente, al aquí y al ahora. Utiliza palabras sencillas, con predominio de los sustantivos y las estructuras sintácticas simples. Desde el punto de vista métrico, utiliza estrofas cultas y tradicionales, como el soneto o la décima, y algunas populares, como el romance.

Cántico es un canto al mundo, a la existencia, a la vida sencilla y cotidiana, a la naturaleza. Es su obra más importante y una de las más importantes de la poesía española del siglo XX. Clamor es la otra cara de la moneda. Sigue cantando a la belleza, pero ahora introduce la parte negativa de todas las cosas, en una especie de contraste: el mal, el hambre, la guerra, etc. A pesar de ello, Guillén sigue apostando por lo positivo. Homenaje es una vuelta a Cántico, pero con más amplitud de miras: canta a la amistad, al arte a la cultura...

Gerardo Diego (1896-1987): Entre su obra, desde el punto de vista de la vanguardia, destacan Imagen (1922) y Manual de espumas (1924). Se trata de una poesía deshumanizada, cargada de imágenes complicadas de interpretar, en busca de una nueva realidad (Creacionismo). Utiliza el verso libre y prescinde de la puntuación. Al mismo tiempo que Gerardo Diego desarrolla la poesía de vanguardia, no olvida los temas y formas tradicionales en obras como El romancero de la novia (1918), Soria (1923), Versos humanos (1925), Versos divinos (1938-41) y su gran obra Alondra de verdad (1941). Emplea el romance, la décima y el soneto. Expresa su emoción ante temas tan diversos como el amor, el paisaje, la religión, la música o los toros. Gerardo Diego está considerado uno de los mejores autores de sonetos del siglo XX, lo cual queda demostrado en su gran obra Alondra de verdad.

En su poesía demuestra poseer una gran sensibilidad para la captación de la belleza, pero quizás esa poesía tan bella carece de la emoción que, por ejemplo, Pedro Salinas ponía en cada poema. Aun así, hay que destacar la labor de integración de las nuevas tendencias literarias aportadas por las vanguardias y la tradición literaria española llevada a cabo por Gerardo Diego en su obra.

Federico García Lorca (1898-1936): Famoso tanto por su obra poética como también por su trabajo como dramaturgo, se le considera una de las figuras más importantes del teatro español, con obras como La casa de Bernarda Alba y Bodas de sangre. Murió ejecutado por el franquismo, por ser afín al Frente Popular y por declarar abiertamente su homosexualidad.

Publica Libro de poemas en 1921 y Canciones en 1922, por lo que es uno de los primeros en publicar dentro de la Generación del 27. En estas obras se nota una gran influencia de Bécquer y del Modernismo. Poco a poco va encontrando su propia voz poética, y en Canción del jinete. Poema del cante jondo (compuesto en 1921, publicado en 1931) se encuentra ya formada. Lo andaluz aparece en este libro representado por los cantes flamencos, cuyo tema principal es la muerte. Trata temas populares desde un punto de vista culto e imprime en cada poema un sello propio e inconfundible.

Romancero gitano (1928) es una de sus grandes obras poéticas. El autor asocia el mundo de los gitanos –completamente estilizado e irreal– a la libertad y a la alegría. Como contraposición, aparece la Guardia Civil, símbolo de la represión y la tristeza. Se trata, en realidad, de la oposición vida / muerte. En esta obra encontramos la unión entre la vanguardia y la tradición. La vanguardia aparece en las imágenes y el uso de la metáfora, difícilmente interpretable en ocasiones, mientras que la tradición se encuentra en la utilización constante del romance. El mundo andaluz aparece visto desde una perspectiva irreal y fantástica.
Lorca viaja a Nueva York en 1929 y se ve hondamente impresionado por la gran ciudad americana. Este impacto es el motivo de Poeta en Nueva York (1935). A través del Surrealismo, ve a esta ciudad como la representación de lo más negativo de la civilización, fundamentalmente la deshumanización de sus construcciones. Lorca expresa, así, su desprecio por este tipo de vida con el empleo de metáforas e imágenes muy innovadoras. Con esta obra Lorca da un giro a su estilo. Desde ahora, las imágenes ilógicas y oníricas, las asociaciones extrañas y los versos libres aparecerán frecuentemente en su poesía. El Surrealismo aparece igualmente en Diván del Tamarit (1931-34), compuesto por dieciocho poemas breves centrados sobre la cultura árabe y andaluza.

Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías (1934) es una de sus mejores obras. Dedicada a la muerte de su amigo Sánchez Mejías, torero y poeta, en la plaza de toros, es un resumen y compendio del mundo de Lorca: combina lo popular con el Surrealismo, el lenguaje se estiliza hasta límites insospechados y la utilización de la metáfora y las repeticiones es magistral.

La poesía de Lorca es, posiblemente, la mejor de la Generación del 27. Sabe mezclar como nadie lo culto y lo popular. El colorido y la brillantez de sus poemas son indiscutibles y el sello de Lorca se convierte en inconfundible.

Vicente Aleixandre (1898-1984): Poeta y miembro de la Real Academia Española, recibió a lo largo de su carrera numerosos premios nacionales e internacionales, entre los que cabe destacar el Premio Nobel de Literatura en 1977. Algunas de sus obras destacadas son En un vasto domino, Poemas de la Consumación y La destrucción o el amor.

Dámaso Alonso (1898-1990): Poeta, filólogo y editor. También fue reconocido con el Premio Miguel de Cervantes, en 1978. Dentro de su obra poética cabe destacar los libros Poemas puros, poemillas de la ciudad e Hijos de la ira. Como filólogo, tuvo una labor destacada en el campo de la estilística.

Emilio Prados (1899-1962): En la residencia estudiantil traba amistad con otros poetas del círculo. Debido a sus problemas de salud, debe recluirse y es en esta situación cuando nace su vocación de poeta. Además, asume un fuerte compromiso social y cuando la situación en su país se torna insostenible, se exilia a México. Es autor de Tiempo, Vuelta y Romancero general de la Guerra de España, entre otros.

Luis Cernuda (1902-1963): Poeta y crítico literario. Conoce a varios miembros de la Generación del 27 en el homenaje a Góngora, aunque él asiste sólo como oyente. Por aceptar su homosexualidad se lo consideró un “raro” y un rebelde.
Fue un hombre solitario y dolorido. Él mismo se sentía un marginado, quizás a causa de su condición de homosexual, razón por la cual se aisló y se rebeló contra todo. Durante toda su vida escribió sobre la imposibilidad de alcanzar los sueños en una realidad hostil como la que le rodeaba. La frustración, la añoranza de un mundo más habitable, el aburrimiento y el amor son los temas más frecuentes en su poesía.

La influencia de Bécquer se deja sentir en la mayoría de sus poemas. Rechaza el lenguaje ampuloso y grandilocuente y utiliza un tono conversacional con palabras cotidianas y coloquiales. Utiliza versos largos y prescinde de la rima. Refleja su mundo interior en cada uno de sus poemas con un gran sentimiento romántico.

Con influencias de Jorge Guillén publica Perfil en el aire (1927), compuesto por poemas juveniles y tiernos. En Un río, un amor (1929) y Los placeres prohibidos (1931) el tema central es el amor. Cernuda comienza a aplicar las técnicas surrealistas, fruto de lo cual es Donde habite el olvido (1932-33). Deja el amor de lado, y queda el olvido. Reúne todos los poemas escritos hasta ese momento en La realidad y el deseo (1936). Los temas románticos se repiten –amor, muerte, soledad– y el lenguaje es claro y sincero.

Tras la guerra, Cernuda amplía los temas sobre los que escribe. Aparece el destierro y la guerra en obras como Las nubes (1940) y Vivir sin estar viviendo (1944-49). Desolación de la quimera (1962) es su mejor obra. En ella se despide como poeta y vuelve a tratar sobre la niñez, el amor, el destierro y el arte.

Cernuda escribió dos grandes libros en prosa poética: Ocnos (1942-1963) y Variaciones sobre tema mexicano (1949-1950), evocaciones de Andalucía, la primera, y sobre México, la segunda.

Rafael Alberti (1902-1999): Hijo de padres italianos, se instala a los dieciocho años en Madrid, donde comienza a frecuentar a otros poetas de la Generación. Antes de 1927, ya había alcanzado un importante reconocimiento al recibir el Premio Nacional de Literatura por su obra Marinero en tierra. Más adelante, debido a su militancia en el Partido Comunista, debió exiliarse de España, pero regresó a su país a la muerte del general Franco.

Es el miembro de la Generación del 27 que ha vivido hasta más recientemente. Nació en el Puerto de Santa María (Cádiz). Empezó dedicándose a la pintura, pero la abandonó por la poesía. En 1934 fundó la revista revolucionaria Octubre. A causa de la Guerra Civil, se exilió a Argentina y, en 1962, se trasladó a Roma. Murió en su pueblo natal.

Alberti conoció muy bien la literatura española, lo cual se trasluce en su obra. Las influencias del Romancero y el Cancionero, Garcilaso, Góngora, Lope, Bécquer, Juan Ramón Jiménez y Antonio Machado son evidentes. Cultivó estilos diversos: lo popular, el surrealismo, la poesía pura, la poesía humanizada. Junto a Lorca, es el mejor ejemplo de la poesía neopopularista del 27.

Marinero en tierra (1924), primera obra del autor, fue Premio Nacional de Literatura. Está formada por poemas breves de tema popular, en los que domina la gracia ligera y la musicalidad. Trata sobre la añoranza del mar y de su tierra natal. La amante (1925) es el resultado de un viaje del autor por España. Al igual que la anterior, está inspirada por la poesía popular.
Con Cal y canto (1929) el autor se vuelca hacia la influencia de las vanguardias y la poesía culta. Aun así, hay influencia de Góngora, la cual se acentúa en Sobre los ángeles (1929). Se trata de un libro plenamente surrealista dominado por un mundo turbulento y angustioso.

En una tercera etapa, Alberti, influido por la Guerra Civil, publica El poeta en la calle (1938) y De un momento a otro (1937-39). Afiliado al Partido Comunista, desarrolla una importante labor propagandística a favor de la República. Se trata de poemas comprometidos con la causa, humanizados, a veces panfletarios.

Una vez en el exilio, Alberti publica una gran cantidad de obras. A la pintura (1948) es un homenaje que rinde a una de sus pasiones. En Retornos de lo vivo lejano (1952) y Ora marítima (1953) escribe sobre España, en poemas nostálgicos dedicados a la patria lejana. Baladas y canciones del Paraná (1954) continúa el tema de la nostalgia a causa del destierro. Por último, Alberti homenajea a Roma, la ciudad en la que vivió su última etapa desterrado, en Roma, peligro para caminantes (1968).

Manuel Altolaguirre (1905-1959): Se lo considera el poeta más intimista de esta Generación literaria. También se exilia durante el franquismo, viviendo en Francia, Cuba y México, donde se dedicó al cine. Entre sus libros se encuentran Las islas invitadas, Poemas del agua y Nube temporal.