Como podemos observar, en este fragmento de Eduardo Mendoza, se utilizan algunas de las funciones del lenguaje. En primer lugar, las funciones que prevalecen en este texto son: la expresiva, a través del empleo de la primera persona, adjetivos valorativos como en “Soy en tal caso afortunado” (línea 2) o verbos de percepción como “¡Qué sé yo!” (línea 19); la apelativa, en la que se emplea el imperativo como en “Permítame que me presente” (línea 3), uso de la modalidad interrogativas como ejemplo “¿Aceptaría usted...?” (línea 4) y la función poética empleando la metonimia, ejemplo “las malas lenguas” (línea 14) o la ironía como en la línea 11, “La aduana...ya me entiende”. También se emplean otras funciones como la metalingüística en la línea 10, empleando la lengua para esclarecer una duda : “Pentavín, vino común”; la función referencial, en la línea 2-3, donde se emplean oraciones enunciativas y objetivas: “he venido de muy lejos a conocerle a usted”. Por último, podemos observar el empleo de la función fática en la línea 1 donde se emplea una frase hecha: “Buenos días nos dé Dios”
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