FRAGMENTO DE LA CUARTA DERROTA
Una de las cosas que más me sorprende es que, inevitablemente, todos teníamos recuerdos de la guerra civil, del cerco de Madrid, de los acosos de las bombas y de los obuses. Sin embargo, nunca hablábamos de ello.
En el
colegio, Franco, José Antonio Primo de Rivera, la Falange, el Movimiento eran
cosas que habían aparecido como por ensalmo, que habían caído del cielo para
poner orden en el caos, para devolver a los hombres la gloria y la cordura. No
había víctimas, eran héroes, no había muertos, eran caídos por Dios y por
España, y no había guerra porque la Victoria, al escribirse con mayúscula, era
algo más parecido a la fuerza de la gravedad que a la resolución de un
conflicto entre los hombres.
Del grupo de
amigos que formaban parte de aquel universo sólo uno, Javier Ruiz Tapiador,
vestía muy de tarde en tarde el uniforme de Flecha. Tenía ocho años y ya
parecía un hombre en miniatura: hablaba con voz grave, tenía un tupé
inalterable por la brillantina y una forma de vestir que reflejaba cierto
bienestar en su familia. Su casa era caliente, y acogedora y, para corroborar
su liderazgo, tenía un hermano mayor, Carlos, que nos contaba cuentos de terror
a todo el grupo de amigos con una pasión en sus descripciones, con una maestría
para crear situaciones horrendas, que aún hoy sigue sorprendiéndome su inefable
capacidad de narrar historias improvisadas.
A la luz de
una vela que le confería un aire fantasmal, hablando cadenciosamente y
salpicando su narración de onomatopeyas escalofriantes, comenzaba siempre su
relato hablándonos de unos hechos pavorosos que él había presenciado.
Los
protagonistas eran siempre un grupo de niños de nuestra edad acosados por un
ejército de leprosos que se movían lenta y amenazadoramente buscando nuestras
vísceras como si fueran su única posibilidad de sobrevivir. La lepra no era una
enfermedad infecciosa, era una enfermedad del alma y su peligro no estribaba en
el contagio sino en su voracidad caníbal.
Comentario crítico hecho por Alejandro García de 2º de Bach.B
En este fragmento de los Girasoles Ciegos
se trata el tema de la pérdida del significado real de las palabras durante la
guerra civil de 1936 y dictadura franquista, y que sigue aún, incluso en la
actualidad, siendo un tema muy discutido y recurrente.
Uno de los objetivos del régimen fascista
fue sin duda adaptar la mentalidad de la población, y sobre todo de los
jóvenes, para conseguir apoyos y así perpetuarse en el poder, de ahí que diera
tanta importancia a los movimientos juveniles y a la censura. El Estado crea
ideología con la que mantenerse en el poder a través de los medios de
comunicación, principalmente. La prensa se convierte en una máquina de
ideología que crea su propia "verdad" y que inmediatamente es
absorbida y asimilada por sus lectores. Estos no buscan una verdad en la
prensa, sino una interpretación complaciente sobre la misma.
En el franquismo el medio de comunicación
más importante fue el periodismo, que empleaba sin descaro eufemismos y juegos
de palabras para confundir y engañar a la población. De esta manera, no
existieron, como dice el texto, "víctimas", sino "héroes",
de la misma forma que no fue una "guerra civil" sino un
"alzamiento nacional, una cruzada". Así moldeaban la mente de la
población, para que interiorizaran diversas justificaciones del golpe de estado
fascista.
Incluso hoy en día podemos apreciar que
se sigue empleando eufemismos en la televisión, radio, internet, prensa, etc.
Los medios no hablan de "estancamiento económico" sino de "crecimiento
cero". En las guerras, como la de Irak, no hubo muertos, sino simplemente
"daños colaterales". El neoliberalismo estadounidense ha conseguido
que sus ciudadanos crean que no existen pobres, a pesar de haber millones que
vivan en la miseria. Lo que existe son losers
(perdedores) que creen que merecen su situación por no haberse esforzado lo
suficiente en un sistema donde lo más importante es el individualismo y la
competitividad.
Por esto es
necesario que las palabras retomen su significado real, pues actualmente los
políticos usan más la lingüística para ganar elecciones que las iniciativas o
ideas políticas. Para ello es fundamental que las personas lean, estudien y se
interesen más por los asuntos públicos, pues las palabras son un elemento fundamental
para la vida en sociedad. Como decían los griegos en la época clásica, "no
hay que ser idiotas". (La palabra idiota procede del griego y significa
"aquél que no se preocupa por lo público")
puuuf que calidad, enhorabuena Alex
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